Texto íntegro de la carta
dirigida a Felipe Calderón por Javier Corral.
Te escribo enterado de los
calificativos que vertiste sobre mí en la reunión con senadores del PAN el
pasado 28 de agosto. Me llamaste cobarde por no haber ido a la reunión.
Te equivocas: dentro de los
muchos defectos que tengo no está la cobardía.
Desde joven cuando no tenía ni
nombre ni puesto público me enfrente al PRI y milité en la resistencia civil
contra el fraude electoral de 1986; me he opuesto a los abusos de las
televisoras que la han emprendido contra mí y a pesar de ello no me han
doblegado; con absoluta franqueza te he dicho lo que pienso, en tu cara, no
como otros. Nunca te he tenido miedo.
La razón por la que no asistí a
la reunión fue para evitar tus exposiciones interminables donde tú monologas,
no dialogas, sobre las maravillas de tu Gobierno y lo bien que hiciste todo,
donde culpas a la campaña y al partido de la derrota pasada. Fuera totalmente
de la realidad estás diciendo cosas muy delicadas y sigues insultando a tus
críticos, deberías cuidar tu investidura.
No es difícil comprender que tu
malestar contra mi proviene de que he sido crítico de tu política en
telecomunicaciones, radio y televisión; la he criticado frente a ti en el
Congreso Nacional del Partido en agosto de 2009, al igual que lo he hecho en
los medios y en el propio partido. Si alguien te ha dado la cara he sido yo.
También he reconocido la
estabilidad económica, la infraestructura creada durante tu sexenio, y haber
mantenido los programas exitosos de la pasada administración. He defendido tu
administración tanto en artículos periodísticos como en la tribuna
parlamentaria. He censurado las provocaciones de Fernández Noroña. No olvides
esto. Aunque sé que en el fondo quieres incondicionales.
Al llamarme cobarde ante los
senadores y estando yo ausente, te has pasado de la raya. Pero podemos
aprovechar tu desahogo discutiendo nuestras diferencias cuando quieras, en
donde quieras y ante quien quieras.
Los resultados de tus políticas
están a la vista. El duopolio televisivo es hoy más poderoso que hace 6 años y
Peña Nieto es el presidente electo. No podrás negar que esa candidatura fue
construida por Televisa desde hace varios años. El partido ha estado perdiendo
elecciones y uno de los factores fue la presencia de Peña Nieto apoyando al
PRI. Tu debilidad ante Televisa se ha visto desde que eras candidato. ¿No te
acuerdas de la Ley Televisa? ¿Cuál fue tu papel en su aprobación y cuál fue el
mío ante tal intento de despojo a la Nación?
Este primero de diciembre le vas
a entregar en San Lázaro la banda presidencial a Peña Nieto. La misma que
recibiste de Vicente Fox. Un retorno del PRI es una amenaza que todos
percibimos. Lo sabes bien, ese momento condensará como ninguna crítica o
análisis, tu fracaso.
Tirar la piedra y esconder la
mano eso sí es cobardía. No tener valor para decir lo que se piensa eso sí es
cobardía. No ser congruente con lo que siempre se ha pensado y luchado, eso sí
es cobardía.
Innegable es tu forma de tratar a
los panistas, perdiste todo sentido de civilidad política. La falta de respeto
a varios compañeros y a tus propios colaboradores, una rudeza innecesaria a
quienes disienten de tus opiniones. ¿Y qué has logrado?: renuncias de
Secretarios de Estado, expulsiones del partido, miembros que hicieron campaña
no contra el PAN sino en despecho de ti.
Las peores críticas a tu
carácter, por cierto, la he oído en voz baja, en murmullos, de gente muy
cercana a ti. Esa es la verdad inocultable. Eso no requiere mayor trabajo sino
sólo ver cómo está el partido y buscar a los causantes de las divisiones.
Espérate a que conozcas la
condición humana a partir de que dejes el poder y entiendas que lo que más te
ha perjudicado eres tú, tu carácter colérico al que le gana el coraje en
cualquier momento.
He dicho que por el bien del
partido éste deberá defender tus logros y aprovechar tus talentos en los años
por venir. Tú debes permitirle al partido que retome su rumbo. Que diseñe su
estrategia de lucha de acuerdo a su interés propio. Porque el partido es de
todos. Actuar de otra manera es jugar al jefe Máximo y no se lo merece el
Partido. Déjalo volar como un día te recomendó Carlos Castillo Peraza.
En cualquier caso, discutamos lo
que te agravia: tú tienes la palabra.
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